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- Out 5, 2021
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El PSOE admite errores tras gestionar con retraso las denuncias internas contra Francisco Salazar
El caso que rodea al exdirigente socialista Francisco Salazar ha abierto un frente incómodo en el PSOE, no solo por la gravedad del contenido de las denuncias por acoso sexual, sino por la gestión interna que se ha hecho de ellas
Cuatro meses tardó el partido en contactar con las mujeres que, de forma anónima, decidieron dar el paso y acudir al canal antiacoso. Un tiempo que hoy se reconoce como un fallo que ha derivado en una crisis inesperada, con divisiones internas y exigencias de explicaciones públicas.
La historia no es sencilla y, quizá por eso, dentro de la formación se respira cierta urgencia por recomponer el daño. Fuentes socialistas reconocen que el retraso “no debería haber ocurrido” y que toca enmendar la situación con empatía y transparencia, después de que las denunciantes aseguraran que su expediente llegó incluso a desaparecer durante días de la plataforma donde se registraba el caso.
El origen del conflicto
Salazar, que ejerció como asesor en Moncloa y ocupaba el cargo de secretario de Coordinación Institucional, fue apartado en julio, coincidiendo con las primeras acusaciones procedentes de mujeres jóvenes que trabajaban bajo su supervisión. Según esos testimonios, su comportamiento habría sido inadecuado en el entorno laboral, lo que motivó su salida de la primera línea política justo cuando iba a ser ascendido al equipo de Organización.
No solo eso. Salazar también formaba parte de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, un puesto de responsabilidad que abandonó tras la polémica y del que terminó desligándose por completo la semana pasada, cuando solicitó la baja como militante.
Un expediente perdido... y muchas explicaciones pendientes
La situación se enquistó cuando las denunciantes advirtieron que su expediente no aparecía en el sistema interno. El partido lo negó rotundamente, aunque admitió que el documento no estuvo visible durante varios días, un detalle que avivó la desconfianza y obligó a reaccionar tarde, quizá demasiado tarde para evitar la tormenta interna.
Desde Ferraz insisten en que la investigación seguirá adelante pese a la baja de Salazar, y que el procedimiento no se interrumpe por la pérdida de afiliación. Un mensaje que pretende frenar la erosión de imagen, pero que también revela un partido intentando cerrar una herida que aún supura.
Reunión de urgencia y tensiones internas
La secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, convocó una reunión telemática de urgencia para abordar las discrepancias surgidas entre distintas federaciones. Allí pidió perdón públicamente y habló de “falta de comunicación interna” más que de ocultación. Un matiz necesario para el partido, pero insuficiente para algunos sectores.
Entre las voces más firmes destaca Adriana Lastra, delegada del Gobierno en Asturias y antigua número dos del PSOE, que ha solicitado elevar el caso de forma inmediata a la Fiscalía, convencida de que el asunto debe salir de la esfera orgánica y tomar un camino institucional. No es una postura compartida por toda la dirección, lo que revela fricciones internas que probablemente acompañarán al partido durante semanas.
El peso político del caso
La polémica ha servido al PP para cargar contra el PSOE, aunque Lastra respondió con dureza recordando casos similares en gobiernos populares. El intercambio evidencia que el asunto ha escalado del terreno interno al mediático, un escenario que el partido quería evitar pero al que ha llegado casi sin darse cuenta.
Mientras tanto, las denunciantes siguen esperando respuestas claras y una investigación que avance con paso firme. En el aire queda la pregunta inevitable: ¿qué habría pasado si la reacción se hubiese producido a tiempo? Quizá nunca lo sabremos, pero lo cierto es que este episodio ha dejado al partido frente al espejo, obligado a reforzar sus protocolos y a demostrar que su discurso feminista no se queda solo en palabras.
¿Qué viene ahora?
Aunque la crisis aún respira, desde Ferraz aseguran que:
La investigación continuará hasta el final.
Se revisará el funcionamiento del canal interno.
Habrá explicaciones públicas y mayor acompañamiento a las víctimas.
Nada de esto borra lo ocurrido, pero puede ser el principio para recuperar la confianza perdida. Y es que cualquier organización, incluso un partido con décadas de historia, puede equivocarse; lo importante es cómo responde después.
Estrella Digital
El caso que rodea al exdirigente socialista Francisco Salazar ha abierto un frente incómodo en el PSOE, no solo por la gravedad del contenido de las denuncias por acoso sexual, sino por la gestión interna que se ha hecho de ellas
Cuatro meses tardó el partido en contactar con las mujeres que, de forma anónima, decidieron dar el paso y acudir al canal antiacoso. Un tiempo que hoy se reconoce como un fallo que ha derivado en una crisis inesperada, con divisiones internas y exigencias de explicaciones públicas.
La historia no es sencilla y, quizá por eso, dentro de la formación se respira cierta urgencia por recomponer el daño. Fuentes socialistas reconocen que el retraso “no debería haber ocurrido” y que toca enmendar la situación con empatía y transparencia, después de que las denunciantes aseguraran que su expediente llegó incluso a desaparecer durante días de la plataforma donde se registraba el caso.
El origen del conflicto
Salazar, que ejerció como asesor en Moncloa y ocupaba el cargo de secretario de Coordinación Institucional, fue apartado en julio, coincidiendo con las primeras acusaciones procedentes de mujeres jóvenes que trabajaban bajo su supervisión. Según esos testimonios, su comportamiento habría sido inadecuado en el entorno laboral, lo que motivó su salida de la primera línea política justo cuando iba a ser ascendido al equipo de Organización.
No solo eso. Salazar también formaba parte de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, un puesto de responsabilidad que abandonó tras la polémica y del que terminó desligándose por completo la semana pasada, cuando solicitó la baja como militante.
Un expediente perdido... y muchas explicaciones pendientes
La situación se enquistó cuando las denunciantes advirtieron que su expediente no aparecía en el sistema interno. El partido lo negó rotundamente, aunque admitió que el documento no estuvo visible durante varios días, un detalle que avivó la desconfianza y obligó a reaccionar tarde, quizá demasiado tarde para evitar la tormenta interna.
Desde Ferraz insisten en que la investigación seguirá adelante pese a la baja de Salazar, y que el procedimiento no se interrumpe por la pérdida de afiliación. Un mensaje que pretende frenar la erosión de imagen, pero que también revela un partido intentando cerrar una herida que aún supura.
Reunión de urgencia y tensiones internas
La secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, convocó una reunión telemática de urgencia para abordar las discrepancias surgidas entre distintas federaciones. Allí pidió perdón públicamente y habló de “falta de comunicación interna” más que de ocultación. Un matiz necesario para el partido, pero insuficiente para algunos sectores.
Entre las voces más firmes destaca Adriana Lastra, delegada del Gobierno en Asturias y antigua número dos del PSOE, que ha solicitado elevar el caso de forma inmediata a la Fiscalía, convencida de que el asunto debe salir de la esfera orgánica y tomar un camino institucional. No es una postura compartida por toda la dirección, lo que revela fricciones internas que probablemente acompañarán al partido durante semanas.
El peso político del caso
La polémica ha servido al PP para cargar contra el PSOE, aunque Lastra respondió con dureza recordando casos similares en gobiernos populares. El intercambio evidencia que el asunto ha escalado del terreno interno al mediático, un escenario que el partido quería evitar pero al que ha llegado casi sin darse cuenta.
Mientras tanto, las denunciantes siguen esperando respuestas claras y una investigación que avance con paso firme. En el aire queda la pregunta inevitable: ¿qué habría pasado si la reacción se hubiese producido a tiempo? Quizá nunca lo sabremos, pero lo cierto es que este episodio ha dejado al partido frente al espejo, obligado a reforzar sus protocolos y a demostrar que su discurso feminista no se queda solo en palabras.
¿Qué viene ahora?
Aunque la crisis aún respira, desde Ferraz aseguran que:
La investigación continuará hasta el final.
Se revisará el funcionamiento del canal interno.
Habrá explicaciones públicas y mayor acompañamiento a las víctimas.
Nada de esto borra lo ocurrido, pero puede ser el principio para recuperar la confianza perdida. Y es que cualquier organización, incluso un partido con décadas de historia, puede equivocarse; lo importante es cómo responde después.
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